Cova dels Cavalls
Este conjunto, descubierto por A. Roda en 1917, fue declarado monumento histórico-artístico en 1924. Su singular emplazamiento, junto a la Roca de les Estàbigues, lo convierten en un lugar único, en el que es posible hacer comprensible al visitante el contenido de sus escenas. En la actualidad el área está cerrada y su visita se organiza desde el Museo de la Valltorta.
H. Obermaier y P. Wernert señalan que: «Según referencias de personas ancianas, había antes muchas más figuras en las paredes del abrigo que las que hoy existen e inculpan a los pastorcillos de ser los autores de la destrucción paulatina de más de la mitad de las figuras en los últimos cuarenta años. Aún es más deplorable que también después de nuestros trabajos y estudios de Tírig haya continuado esta obra de destrucción. No es de extrañar que los pastorcillos y los aldeanos hayan conocido siempre estas figuras interpretadas como caballos».
El abrigo se halla orientado al oeste y sus dimensiones son: 9 m de longitud, 3 m de profundidad, y unos 4 m de altura. En función de las concavidades del lienzo rocoso se diferencian dos áreas con pinturas rupestres en las que se conservan diversas composiciones relacionadas con la caza de distintas especies, principalmente cérvidos.
En el área izquierda se distinguen representaciones humanas, particularmente arqueros a la carrera o en posición de disparo, junto con algunos trazos y elementos indeterminados. En este sector destacan los arqueros ubicados entre gruesas coladas estalagmíticas, como si estuvieran escondidos o en el interior de alguna diaclasa o corredor.
En la cavidad derecha, que alcanza la zona más interna del abrigo, se puede contemplar la escena principal, consistente en la representación de la captura de una manada de cérvidos, una de las más emblemáticas del barranco de la Valltorta y de todo el arte levantino. La escena, mal conservada, está compuesta por siete ciervas, un ciervo y tres cervatos que descienden a la carrera, perseguidos por un grupo de arqueros que los acechan y conducen, muy posiblemente, hacia el angosto pasadizo o corredor de acceso al abrigo, en donde los espera otro grupo de arqueros que disparan frontalmente contra la manada. El citado pasadizo debió constituir una trampa mortal para los cérvidos pues, una vez en su interior, las paredes serían demasiado altas para huir y su única escapatoria quedaría al final de la angostura; sin embargo, el estrecho pasadizo desemboca en una zona quebrada, vertical, con grandes bloques, donde los animales que se arrojasen encontrarían una muerte segura o, en todo caso, sufrirían graves fracturas que facilitarían su captura. La escena expresa una gran vitalidad y un sorprendente realismo. La composición se articuló sobre dos planos, uno vertical y otro oblicuo, con el fin de producir al espectador un efecto de perspectiva.
La presencia de restos de antiguas figuras y los repintes que se registran en la escena principal, así como la gran variedad de conceptos anatómicos entre los participantes en esta cacería, hacen suponer que la composición, al igual que el resto del friso, se fue degradando, retocando y ampliando a partir de las figuras preexistentes. H. Obermaier y P. Wernert estudiaron un interesante núcleo de imágenes superpuestas (hoy desaparecidas), en donde figuraban dos ciervos, un gran bóvido y tres figuras humanas. El ciervo más completo representaba una etapa antigua, seguida de una figura humana estilizada con rasgos realistas. El bóvido se superponía a otro arquero similar al anterior, marcando la etapa final de este grupo. Según los citados autores: «...no se encuentra ninguna solución al problema de fijar la cronología de las pinturas de este fresco; no hay más indicio que el hecho, hace tiempo conocido, de que las figuras de animales de gran tamaño perduran por todas las fases del arte del Levante, y que no preceden cronológicamente a las pinturas de hombres y animales de pequeño tamaño».
A la derecha de la citada superposición de figuras se encuentran otras, también degradadas, correspondientes a unos cápridos, con morfotipos dispares, que anteceden a unas figuras de arqueros de cuerpo estilizado y piernas gruesas; sobre estos aparece un arquero de cuerpo delgado y sin musculatura que presenta, sin embargo, rasgos faciales, mostrando otro caso de gran interés para el estudio del proceso evolutivo de este conjunto rupestre.
En este mural se empleó principalmente la gama del rojo castaño y solamente en el arquero n.° 57 (calco de Obermaier y Wernert de 1917, y de Martínez y Villaverde de 2002), que fue arrancado del conjunto, hemos podido observar detalles pintados en color blanco (lechoso) aplicados de un modo muy similar al arquero no 70 de la Cova Centelles (según catalogación de R. Viñas, y calco de A.Rubio y J.F. Ruiz, 2009-2010). Este detalle nos induce a pensar que tal vez existieron otras figuras con pintura blanca en este conjunto.
Lamentablemente, en la Cova dels Cavalls se destruyeron y arrancaron numerosas figuras hasta alcanzar un estado verdaderamente deplorable, a lo que hay que añadir la presencia de innumerables grafitos modernos. A fines del siglo XX su desastrosa situación, unida a la inclusión en la Lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO, aconsejó la intervención de un equipo de conservación y restauración para llevar a cabo una limpieza de la pared y disimular los enormes huecos causados por el expolio. De las figuras destruidas sólo nos queda su referencia en los calcos de Obermaier y Wernert.
Recientemente, en febrero del 2011, el mencionado arquero no 57, que había sido arrancado, y años después depositado en el Museo de Cervera (Lleida) por I. Duran, ha sido cedido en comodato al Museo de la Valltorta. Sería importante que todas aquellas personas que posean alguna pintura rupestre o fragmento expoliado también las devolvieran para el conocimiento de toda la sociedad.
VALENCIÀ
Este conjunt, descobert per A. Roda en 1917, va ser declarat monument historico-artístic en 1924. El seu singular emplaçament, al costat de la Roca dels Estàbigues, el convertixen en un lloc únic, en el que és possible fer comprensible al visitant el contingut de les seues escenes. En l’actualitat, l’àrea està tancada i la seua visita s’organitza des del Museu de la Valltorta.
H. Obermaier i P. Wernert assenyalen que: «Segons referències de persones majors, hi havia abans moltes més figures en les parets de l’abric que les que hui existixen i inculpen els pastorets de ser els autors de la destrucció gradual de més de la mitat de les figures en els últims quaranta anys. Encara és més deplorable que també després dels nostres treballs i estudis de Tírig haja continuat esta obra de destrucció. No és estrany que els pastorets i els pobletans hagen conegut sempre estes figures interpretades com cavalls».
L’abric es troba orientat a l’oest i les seues dimensions són: 9 m de longitud, 3 m de profunditat, i uns 4 m d’altura. En funció de les concavitats del llenç rocós es diferencien dos àrees amb pintures rupestres en què es conserven diverses composicions relacionades amb la caça de distintes espècies, principalment cèrvids.
En l’àrea esquerra es distingixen representacions humanes, particularment arquers a la carrera o en posició de tir, junt amb alguns traços, i elements indeterminats. En este sector destaquen els arquers ubicats entre grosses colades estalagmítiques, com si estigueren amagats o en l’interior d’alguna diàclasi o corredor.
En la cavitat dreta, que és la zona més interna de l’abric, es pot contemplar l’escena principal, consistent en la representació de la captura d’un ramat de cèrvids, una de les més emblemàtiques del barranc de la Valltorta i de tot l’art llevantí. L’escena, mal conservada, està composta per set cerves, un cervo i tres cervatons que descendixen a la carrera, perseguits per un grup d’arquers que els aguaiten i conduïxen, molt possiblement, cap a l’angost passadís o corredor d’accés a l’abric, on els espera un altre grup d’arquers que disparen frontalment contra els animals. L’esmentat passadís va haver de constituir una trampa mortal per als cèrvids perquè, una vegada en el seu interior, les parets serien massa altes per a fugir i la seua única escapatòria quedaria al final de l’angostura; no obstant això, l’estret passadís desemboca en una zona en congost, vertical, amb grans blocs, on els animals que es tiraren trobarien una mort segura o, en tot cas, patirien greus fractures que facilitarien la seua captura. L’escena expressa una gran vitalitat i un sorprenent realisme. La composició es va articular sobre dos plans, un vertical i un altre oblicu, a fi de produir a l’espectador un efecte de perspectiva.
La presència de restes d’antigues figures i les repintades que es registren en l’escena principal, així com la gran varietat de conceptes anatòmics entre els participants en esta cacera, fan suposar que la composició, igual que la resta del fris, se va anar degradant, retocant i ampliant a partir de les figures preexistents. H. Obermaier i P. Wernert van estudiar un interessant nucli d’imatges superposades (hui desaparegudes), on figuraven dos cervos, un gran bòvid i tres figures humanes. El cervo més complet representava una etapa antiga, seguida d’una figura humana estilitzada amb trets realistes. El bòvid se superposava a un altre arquer semblant a l’anterior, marcant l’etapa final d’este grup. Segons els esmentats autors: «...no es troba cap solució al problema de fixar la cronologia de les pintures d’este fresc; no hi ha més indici que el fet, fa temps conegut, de que les figures d’animals de grans mides perduren per totes les fases de l’art del Llevant, i que no precedixen cronològicament a les pintures d’hòmens i animals de xicoteta mida».
A la dreta de l’esmentada superposició de figures es troben altres, també degradades, corresponents a uns càprids, amb morfotipus dispars, que antecedixen a unes figures d’arquers de cos estilitzat i cames grosses; sobre estos apareix un arquer de cos prim sense musculatura i amb trets facials, mostrant un altre cas de gran interés per a l’estudi del procés evolutiu d’este conjunt rupestre.
En este mural es va emprar principalment la gamma del roig-castany, i només en l’arquer n.° 57 (calco d’Obermaier i Wernert de 1917, i de Martínez i Villaverde de 2002), que va ser arrancat del conjunt, hem pogut observar detalls pintats en color blanc (lletós) aplicats d’una manera molt semblant a l’arquer núm. 70 de la Cova Centelles (segons catalogació de R. Vinyes, i calc de A. Rubio i J.F. Ruiz, 2009-2010). Este detall ens induïx a pensar que, tal vegada, van existir altres figures amb pintura blanca en este conjunt.
Lamentablement, en la Cova dels Cavalls es van destruir i arrancar nombroses figures, fins a arribar a un estat verdaderament deplorable, a la qual cosa cal afegir la presència d’innumerables grafits moderns. A finals del segle XX la seua desastrosa situació, unida a la inclusió en La Llista de Patrimoni Mundial de la UNESCO, va aconsellar la intervenció d’un equip de conservació i restauració per a dur a terme una neteja de la paret i dissimular els enormes buits de la paret causats per l’espoli. De les figures destruïdes només queda la referència en els calcs d’Obermaier i Wernert.
Recentment, al febrer del 2011, el mencionat arquer núm. 57, que havia sigut arrancat, i anys després dipositat en el Museu de Cervera (Lleida) per I. Duran, ha estat cedit en comodat al Museu de la Valltorta. Seria important que totes aquelles persones que posseïsquen alguna pintura rupestre o fragment espoliat també les tornaren per al coneixement de tota la societat.
ENGLISH
This shelter, discovered by A. Roda in 1917, was declared historic-artistic monument in 1924. Its exceptional situation, close by La Roca de les Estàbigues, makes this a unique site, one in which it is possible to give visitors a clear understanding of the content of its scenes. At present, the area is closed and visits to it are organised from the Museum of La Valltorta.
H. Obermaier and P. Wernert said: “According to what elderly people have said, in former times there were many more figures on the walls of the rock-shelter than exist today and they blame shepherd boys as being responsible for the gradual destruction of over half the figures in the last forty years. It is even more deplorable that even after our work and studies in Tírig this destructive effort has continued. It is not surprising that the shepherd boys and villagers have always known of these figures, which they have interpreted as horses”. The shelter faces westwards and its dimensions are: 9 m in length, 3 m deep, and about 4 m high. Depending on the concavities of the rock support, two areas with rock paintings may be differentiated, in which various compositions are preserved related to the hunting of various species, mainly cervids.
In the lefthand area, human representations can be made out, in particular archers running or adopting shooting position, together with a few lines, and some elements that have not been determined. In this sector it is the archers who stand out, placed between thick stalagmite flowstones, as if hiding or inside some rift or corridor.
In the hollow to the right, which extends into the innermost area of the rockshelter, can be seen the main scene, which is the depiction of the capture of a herd of cervids, one of the most emblematic paintings in La Valltorta gorge and in all Levantine art. The scene, in poor state of conservation, is made up of seven does, one stag and three fawns descending at a run, pursued by a group of archers who are stalking and driving them, in all likelihood, towards the narrow entry passageway or corridor to the rock-shelter, where another group of archers awaits them, to release their arrows face-on into the herd. This passageway must have been a death-trap for the deer, as once they were inside, the walls would be too high to escape and their only way out would be the end of the passageway; however this narrow corridor lead to the vertical rocky area with large blocks of stone, where any animal that jumped off would meet certain death or, in any case, would suffer serious injury that would make it easy to capture. The scene conveys great vitality and surprising realism. The composition is rendered on two planes, one vertical and the other slanted, in order to give the viewer the effect of perspective.
The presence of the remains of old figures and the repainting that can be observed in the main scene, as well as the wide variety of anatomical details among the participants in this hunt, give us reason to suppose that the composition gradually deteriorated, like the rest of the frieze, and that retouching and additions were made to the pre-existing figures. H. Obermaier and P. Wernert studied an interesting core group of superimposed images (which today no longer exists), showing two deer, a large bovid and three human figures. The more complete deer was from an earlier phase, followed by a stylised human figure with realistic features. The bovid was superimposed over another archer similar to the first, and marked the final phase of this group. According to the abovmentioned authors: “...no solution has been found to the problem of establishing the chronology of the paintings in this fresco; the only indication is the fact, known for some time, that large-sized animal figures existed throughout all phases of the art of the Levante, and that they do not precede in time small-sized paintings of men and animals”.
To the right of this superposition of figures can be seen others, also in deteriorated state, corresponding to a number of caprids, of differing morphological types, which are earlier than the figures of archers with stylised body and thick legs; above these appears an archer with slender, unmuscled body and with facial features, presenting another case of great interest for the study of the evolutionary process in this rock-art complex.
A range of reds and chestnut shades was mainly used in this mural, and only in archer no. 57 (tracing by Obermaier and Wernert in 1917, and by Martínez and Villaverde in 2002), which was ripped off from the rest of the group, have we been able to observe details painted in a milky white applied in a manner very similar to archer no. 70 of Cova Centelles (according to catalogue by R. Viñas, and tracing by A.Rubio and J.F. Ruiz, 2009-2010). This detail leads us to believe that perhaps there existed other figures with white painting in this complex.
Most unfortunately, in Cova dels Cavalls numerous figures were destroyed and removed until it was in a truly deplorable state, not to mention the presence of countless modern graffiti. At the end of the 20th century its disastrous state, as well as its inclusion in UNESCO World Heritage List, made it advisable for a conservation and restoration team to take action to clean the surfaces and disguise the enormous gaps on the wall caused by the pillage. The only reference to the figures destroyed remains in the tracings of Obermaier and Wernert.
Recently, in February 2011, archer no. 57 previously mentioned, which had been removed, and years later deposited in the Museum of Cervera (Lleida) by I. Duran, has been loaned for use to the Museum of La Valltorta, under an agreement. It would be important that all persons having any rock painting or fragment of it ripped off from their original locations also returned them for the knowledge of the society as a whole.
© Valltorta.es
Bibliografía: Ramon Viñas Vallvedú y José Guillermo Morote Barberá. "Arte Rupestre de Valltorta - Gasulla. Museo y Parque Cultural". Cuenca 2011