LOS CAZADORES RECOLECTORES DEL MESOLÍTICO
CRONOLOGÍA
10.000 - 7.500
Geografía física
El barranco de la Valltorta se halla ubicado dentro de una zona montañosa del prelitoral mediterráneo de la Península Ibérica, mas concretamente en la parte septentrional de la provincia de Castellón de la Plana.
Esta área geográfica, formada por la gran meseta del Maestrazgo, esta constituida por un intrincado sistema de valles semiáridos que se extienden desde las tierras aragonesas hasta el litoral. A grandes rasgos, la Valltorta integra el curso medio de una rambla situada entre dos regiones geográfica y geológicamente distintas, el Alto y el Bajo Maestrazgo, las cuales han sido el marco de hechos singulares a lo largo de toda su historia.
En el Maestrazgo se funden dos importantes sistemas montañosos que
El Alto Maestrazgo, constituido por calizas mesozoicas, generalmente del Cretácico, forma una región subtabular cruzada por unos pocos pliegues laxos y numerosas fallas, principalmente en la parte meridional. La intensa erosión de algunos afluentes de las cuencas del Ebro y del río Mijares, así como la de los ríos mediterráneos Servol y rambla de Cervera (denominada esta última, en su nacimiento, rambla de la Morellana, luego Valltorta y río Coves o Sant Miquel, a su paso por la plana litoral) han labrado un relieve áspero y fragoso, dominado por los fríos picachos y muelas que se alzan mas allá de los mil metros de altitud (Penyagolosa, 1813 m, Mola d'Ares 1318 m).
En el Bajo Maestrazgo, el relieve decrece en altitud y se hace menos confuso e intrincado. Las sierras formadas por bloques fallados de calizas jurasicas y cretácicas se alinean paralelamente en sentido S SO-N NE, hasta llegar a la costa. Partiendo de la cresta montañosa que forman las sierras de Esparraguera y Montegordo (837 m), en dirección hacia el mar, se disponen la sierra de En Galceran, sierra de Valdancha, las atalayas de Alcalà y, finalmente, la sierra de Irta. La benignidad del clima y su ubicación entre estas sierras de amplios valles, rellenos de materiales neogenos y cuaternarios, hacen que en esta región se desarrolle una agricultura importante y la población sea mas densa que en las sierras del interior.
La Valltorta se encuentra en el corazón de este contexto geográfico y es la porción del Barranco comprendida entre el Montegordo (Tírig) y el valle de Coves de Vinromà: Su curso es torrencial y tiene su origen a unos mil metros de altitud, al este del pueblo de Catí, desembocando en el mar mediterráneo, en la parte sur de Alcosebre. El topónimo de Valltorta viene dado por el tortuoso trazado de su cauce, cuyo desarrollo es de 6,5 km, mientras que el camino en línea recta recorrido por el es tan solo de 4 km, entre las cotas 400 m, y 280 m de altitud.
El aspecto del relieve en el que la rambla de la Valltorta se halla profundamente encajonada, y el análisis de su trazado, entre otros detalles morfológicos, plantean cuestiones que solamente se pueden resolver extendiendo las observaciones más allá del ámbito local. Resulta, pues, imposible analizar su origen y evolución extrayéndola del marco regional en el que esta enclavada.
Relieve y trazado de las ramblas
Cualquier observador atento, que estudie cuidadosamente primero los mapas geográficos y geológicos y después recorra la zona en que se ubica el barranco de la Valltorta, apreciara con facilidad el contraste entre los llanos de Coves de Vinromà y el altiplano de suaves lomas, donde se encajan los barrancos de vertientes abruptas, a la vez que apreciara las enérgicas cumbres de la cresta de Montegordo y Valdancha. Verá también que los únicos afluentes importantes de la Valltorta son los de su margen derecha, y que los de su margen izquierda corresponden a diminutos valles colgados por encima del álveo de la rambla. Notara, asimismo, que la alargada depresión de Tírig, al otro lado de la Valltorta, parece prolongarse hacia Albocasser, por encima del camino surcado por el Barranc Fondo. Finalmente, podrá comprobar que mientras unas formas del relieve son de erosión, otras son netamente estructurales y que, al lado de las formas fluviales, tenemos las karsticas. Llegara, en suma, a la idea de que, para comprender la presencia de todas estas formas, deberá admitir una compleja evolución, durante la cual se ha remodelado el paisaje en función de los cambios climáticos y paleogeográficos.
A lo largo del Oligoceno Superior y durante todo el Mioceno, una gran parte de esta zona del Maestrazgo fue fosilizada por los derrubios arrancados de las masas mesozoicas recién levantadas en torno a la cuenca de sedimentación continental. Algunas partes de los bloques que están en posición levantada, al iniciarse la gliptogénesis, debieron adquirir, al final del Mioceno, una notable peneplanización, mostrando un relieve de suaves lomas como resultado de la gran reducción de los interfluvios. Nos parece verosímil que el relieve del gran bloque cretácico remodelado de la Valltorta pueda derivar de esta primitiva superficie de erosión, teniendo en cuenta su proximidad con lo que era el borde occidental de la cuenca miocénica. Esta debió situarse en los alrededores de Coves de Vinromà, a juzgar por los afloramientos.
En los últimos tiempos pontienses, o bien en el comienzo del Plioceno, varias fallas paralelas a la costa volvieron a entrar en juego, acentuando la división en bloques y desnivelando los estratos miocénicos. El resultado fue la formación de varias cubetas estructurales de dirección S SO-N NE, entre las que aparecen la cuenca Albocasser-Tírig-Sant Mateu, la cual se prolonga hasta el valle inferior del Ebre. Finalmente, al oeste de Alcalà, se eleva un último conjunto de bloques que, en este caso, forman la sierra de Irta, delimitando una costa acantilada apenas transitable.
Durante el Plioceno, con el nuevo reajuste teutónico, el relieve se remodelo y los escarpes de fallas recién formados fueron explotados por la erosión. Un buen ejemplo de esta morfología lo tenemos en el borde occidental de la depresión de Albocasser-Tírig-Sant Mateu. El drenaje debió organizarse lógicamente a lo largo de las depresiones estructurales, por lo que en aquella época las aguas de la rambla Carbonera, al llegar a la cubeta de Albocasser, correrían seguramente hacia Tírig, siguiendo la vaguada en la que hoy se halla encajado el Barranc Fondo, mientras que la rambla de la Morellana desaguaría hacia Tírig. En igual sentido deberían correr las aguas de las depresiones paralelas de Coves de Vinromà y Alcalà. La marcha general del drenaje seria, pues, hacia los llanos de Vinaros y el valle inferior del Ebro. El régimen torrencial de la red hidrográfica llevo consigo la acumulación de materiales detríticos, de tamaño grosero y mas o menos rodados, en las partes mas deprimidas del relieve, provocando la nivelación de los cauces como consecuencia de una disminución de del poder erosivo. En las cubetas de Albocasser-Tírig-Sant Mateu, Coves de Vinromà-Alcalà-Vinaròs, cuyo origen se remonta a fines del Plioceno.
A la regresión del mar Astiense sucedieron las grandes convulsiones climáticas del Cuaternario. Los efectos eustaticos de las glaciaciones vinieron a deprimir aún más el nivel del mar de los albores del Pleistoceno. Durante este tiempo es probable que las fallas experimentasen nuevos reajustes y, con ellos, la costa fuese modificada. Todos estos fenómenos supusieron una gran reactivación de la capacidad erosiva de los cursos hídricos.
A partir de aquel momento, la lucha en el drenaje, ya iniciado al parecer a fines del Plioceno, se intensificó. Por una parte, los antiguos cursos que seguían las largas depresiones estructurales tenían que recorrer un camino demasiado largo para prevalecer en aquellas circunstancias geológicas. Por otra parte, los ríos mediterráneos, perpendiculares a la costa, desplazaban con avidez sus cabeceras hacia el interior del Bajo Maestrazgo, encajándose en las calizas mesozoicas, unas veces por sobreimposición y otras por erosión regresiva. Consecuencia de todo este largo proceso fue la desorganización de la antigua red hidrográfica.
En el bloque de la Valltorta se produjo un fenómeno de captura, es decir, la rambla Carbonera-Barranc Fondo y la rambla de la Morellana encontraron una salida corta en su camino hacia el nivel de base general, a través de la joven Valltorta y el río Coves, quedando la vaguada de Tírig-Sant Mateu como un valle muerto (Fig. 10). El arroyo de este valle, inactivo actualmente, afluye al río Coves, no obstante puede verse claramente al SO de Sant Mateu que la divisoria entre este y los afluentes de la rambla de Cervera, que conserva algo del sentido primitivo del drenaje, es muy imprecisa. A pesar de todos estos cambios, la estabilidad de la red no se había alcanzado todavía. Los afluentes de la izquierda del río Mijares, procedentes del macizo de Penyagolosa, retrocedían activamente sus cabeceras. Entre ellos, la rambla de la Viuda consiguió llegar a la cuenca de Albocasser y capturar la rambla Carbonera, terminando así la reorganización de la red hidrográfica, con lo cual se había alcanzado aproximadamente el estado actual.
En la Valltorta fue acentuándose el trazado meandriforme, labrándose las balmas y profundizándose otros afluentes como el Barranc de Matamoros. Con ello las vertientes sufrieron modificaciones que dejaron al descubierto antiguas oquedades kársticas. Finalmente, todo quedó dispuesto para que los primitivos grupos de cazadores del Maestrazgo desarrollasen allí sus actividades y nos dejaran el testimonio más expresivo de su paso.
Modelado kárstico
Paralelamente a la instauración y evolución de la red hidrográfica, desde el Terciario Superior hasta nuestros días, se ha venido produciendo un modelado kárstico. Las sucesivas etapas de su desarrollo son difíciles de precisar, especialmente a medida que se retrocede en el tiempo. Pero, a pesar de ello, pueden citarse unos pocos testimonios que corresponden a las fases de karstificación más recientes.
Durante el Pontiense, y sobre la superficie erosionada, debieron modelarse formas kársticas subaéreas, no solo en las partes mas elevadas del bloque calizo sino también en las proximidades de la depresión Albocasser-Tírig. Estas formas alcanzaron, al parecer a lo largo del Plioceno, un desarrollo considerable.
En relación con las formas kársticas subterráneas, algunas simas como el Avenc de Santa Bárbara (poner foto), que se abre por encima de Tírig, el Avenc del Mas Nou y el Avenc del Cingle del Mas d'en Salvador, son ejemplos de oquedades que ejercieron, en épocas pretéritas, el drenaje de las aguas superficiales hacia el subsuelo del macizo. Además, en las vertientes de la Valltorta y en el Barranc de Matamoros se abren otras cavidades que citaremos mas adelante. Sin embargo, en el Barranc Fondo aparece una cueva, dentro del conjunto del Cingle de l'Ermita, que se nos presenta como un testimonio de excepción, capaz de arrojarnos luz sobre la karstificacion y la evolución de la ideografía superficial. Se trata de una serie de conductos y chimeneas que se abren a unos 30 m por encima del álveo de la rambla y donde se aprecian cuatro fases morfogenéticas importantes: erosión-corrosión, concrecionamiento estalagmitico, relleno aluvial y desmantelamiento parcial del relleno y de la cavidad. Otro testigo de características similares se halla al pie de la carretera de Tírig a Albocasser, a unos dos kilómetros de la población y por encima del álveo de un pequeño arroyo tributario del Barranc Fondo. Estos rellenos deben ser considerados como terrazas que nos acreditan el paso de la rambla por este nivel y a la vez la preexistencia de las cavidades kársticas en las que se han conservado estos sedimentos. Por su posición altimétrica, cabe pensar que estas reliquias de aluviones pertenecen a una época en la cual el Barranc Fondo ya había empezado a desaguar a través de la joven Valltorta. Recordemos que el borde occidental de la depresión de Tírig se halla solo a unos 20 m por encima del nivel marcado por los aluviones de una de las cuevas del Cingle de l'Ermita.
Evolución de las vertientes y origen de los abrigos
En las vertientes de la Valltorta dominan las cornisas formadas por los duros bancos de calizas cretácicas, al ser paulatinamente cortados en sentido vertical por la poderosa erosión lineal del torrente. Sin embargo, a estas vertientes talladas a pico casi siempre se les contraponen otras con declive mucho mas suave, coincidiendo con la margen convexa de los meandros.
Las cornisas estructurales evolucionan por retrocesos debidos a la caída de los grandes bloques e incluso por el desprendimiento de paquetes enteros de calizas. El fenómeno del retroceso se puede descomponer en tres fases: ensanchamiento de las diaclasas, formación de grietas y desprendimiento (poner foto), posición en falso de los bloques y caída de los mismos. En este proceso interviene la disolución kárstica, la fuerza de turgencia radicular, el socavamiento a favor de los bancos menos resistentes y la atracción al vacío. Como consecuencia de estos desprendimientos, y la posterior disgregación de los materiales, se forma en la base de las paredes un talud de coluviones muy característico.
La formación de los abrigos o balmas, en las vertientes de la Valltorta y de sus principales afluentes, obedece a distintos procesos, aunque el origen de la mayor parte de ellos sea la intervención de mecanismos morfogenéticos. Un buen número de ellos deben atribuirse a la erosión diferencial, bien sea por simple disgregación meteórica de algunos bancos que por su estructura se prestan a ella, o bien por la acción de las aguas de los torrentes al chocar contra la margen cóncava de los meandros. Este ultimo mecanismo, que también se beneficia de la mayor debilidad de algunos estratos, nos parece muy generalizado en la génesis de los abrigos, teniendo en cuenta la sugestiva situación en el referido lado de los meandros. Muchos abrigos, pues, deben ser balmas de meandro abandonadas y que luego han sido mas o menos remodeladas por los agentes de la meteorización.
En los procesos de remodelación de una balma, la disgregación crioclástica o gelivación tuvo una gran importancia durante los periodos fríos del Cuaternario. La circulación hídrica intersticial y el frío debieron hacer que estos bancos muy fisurados fuesen fácilmente gelivados. Los productos de este proceso de disgregación y, por tanto, de remodelación de las balmas, casi siempre han sido borrados por la erosión posterior; de aquí que este proceso lo consideremos preactual. Sin embargo, en el interior de los abrigos de la Saltadora aún se conservan protegidos por una colada estalagmítica, presentándose en pequeños depósitos de cantos angulosos cuyo desprendimiento de la pared debe remontarse a los referidos periodos cuaternarios.
Mas recientes son los fenómenos de concrecionamiento parietal, que se aprecian principalmente en las balmas soleadas. Su causa está también en el agua que rezuma por las múltiples grietas que cuartean la caliza y que, bajo condiciones de clima benigno, son favorables a la precipitación del bicarbonato cálcico que el agua lleva en disolución. Por ultimo, la corrosión, ya sea con o sin la intervención de determinados microorganismos, es un factor más que en la actualidad produce la alteración de las paredes de los abrigos.
Los primitivos habitantes de la Valltorta‐Gassulla conocieron sin duda una vegetación distinta a la actual, más boscosa y menos arbustiva, con mayor presencia de encinas y menos coscoja y aulaga. Tampoco dominaban las técnicas agrícolas, de manera que los actuales campos de olivos y almendros, así como los rebaños de cabras y ovejas, les serían totalmente extraños.
Lo que sí conocerían es el mismo paisaje quebrado calcáreo, con barrancos abruptos repletos de abrigos, así como las aves de los cantiles: halcón peregrino, águila perdicera, búho real, chova piquiroja y también el roquero solitario, avión roquero o collalba negra. De hecho, incluso plasmaron algunas de ellas en sus pinturas, como hicieron con las abejas silvestres que les proporcionaban miel.
En estos barrancos pedregosos hay una gran abundancia de reptiles: lagarto ocelado, culebra bastarda, y hasta cuatro especies de lagartijas: ibérica, colilarga, colirroja y cenicienta. Ranas verdes y otros anfibios se pueden ver en las pozas permanentes que aparecen diseminadas en el fondo de los barrancos.
Contexto arqueológico regional.
Las sierras interiores del norte de la provincia de Castellón albergan un importante número de estaciones rupestres, casi siempre en forma de abrigos calcáreos abiertos a lo largo de abruptos barrancos, los cuales contienen abundantes manifestaciones y representaciones de arte levantino, y en menor medida, de arte esquemático. Se trata de representaciones relaccionables con las realizadas a lo largo de toda la fachada mediterránea, desde los Pirineos hasta Andalucía oriental, en donde no faltan los clásicos temas característicos: arqueros, escenas de caza y recolección, representaciones naturalistas de animales..., realizados preferentemente a base de tintas planas de color ocre.
Historia del enclave.
Los abrigos de la zona de Valltorta‐Gasulla son conocidos desde inicios del siglo XX. Así, los primeros datos sobre los mismos aparecen publicados en las décadas de los años 10 y 20, de la mano de eruditos locales y eminentes prehistoriadores de la época, como Henri Breuil.
Tras la Guerra Civil, no será infrecuente el descubrimiento periódico de nuevos enclaves rupestres en estas comarcas. A partir de finales de los años 60 se reactiva el estudio científico de los enclaves, los cuales serán objeto de algunos estudios específicos, en forma de algunas tesis doctorales y monografías específicas.
En 1998, los enclaves entraron a formar parte de la declaración de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, para el Arte Rupestre del Arco Mediterráneo de la Península Ibérica, momento en que se activa un intenso programa de estudio y adecuada puesta en valor en la zona, todo ello coordinado desde el Museu de la Valltorta, institución especialmente creada para albergar los equipos humanos y técnicos dedicados a la correcta gestión del Patrimonio Rupestre de la Comunitat Valenciana.
©lavalltorta.com
Bibliografía
Ramón Viñas et alii. "La Valltorta" Barcelona